Con sol de verano en el despejado cielo serrano de Chapinería se celebró su tradicional novillada con picadores, público exigente, con muchos aficionados de la capital que se mezclaban con gentes del lugar, que siendo esta tierra de reses bravas son igualmente amantes de lo taurino. Para que la cosa fuese aun más redonda, reses de Don Alfredo Quintas, ganadero de viejo de la zona, y que aun guarda el secreto de la casta en la sangre de su brava ganadería. La ganadería de Alfredo Quintas, muy característica, un toro pequeño, cornicorto y certero, que desarrolla mucha inteligencia durante la lidia, es una prueba de nota para los jóvenes aspirantes a toreros.

Con el primero de la tarde, de una calidad suprema, naufragó José Germán, que se vio desbordado por el torrente de embestidas del bragadito novillo, que rezumaba nobleza pero que nunca recibió el trato que se merecía por parte de José Germán. De igual manera fracasó en el cuarto, aunque este tampoco era como el primero.

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Como el primero parecía el segundo del lote de Juan Ortiz, pero era tanta su casta que acometió tan violentamente el burladero que se rompió un pitón por la cepa y se lesionó gravemente, afortunadamente, por el bien del torero, fue sustituido, y salió al ruedo un castaño de otro hierro, que a pesar de no tener fuerza en exceso se encontró con la muleta de Juanito que le dio distancia, citándole a 4 o 5 metros, para que el toro no se viese ahogado nunca y pudiese reponerse entre tanda y tanda. Muletazos acompasados y con mucha clase compusieron una faena a la que sólo le faltó la emoción que hubiese podido poner de más la fuerza del animal, pero que aun así fue ampliamente jaleada por el público, que a pesar de que pinchó en el primer encuentro, demandó una oreja de fuerza que fue paseada con alegría en una reconfortante vuelta al ruedo. En el primer novillo de su lote, con hechuras diferentes al resto a pesar de pertenecer al hierro titular, también hubo preciosos muletazos tanto con derecha como con la zurda que merecieron la petición del trofeo, que fue negado por el presidente en un alarde de dureza poco frecuente en festejos de esta categoría. De nuevo detalles con el capote, con el que cada vez se va cuajando más, soberbias estocadas echándose literalmente en el morrillo del toro y un afán de superación y de ir haciendo las cosas cada vez mejor muy patentes en las dos labores de Juan Ortiz.

El sabor alegre del buen toreo de Juan, la cara amable del toreo trocó en desgracia en el sexto novillo, otro toro bragado, con dos puñalitos asesinos en la cabeza, un toro que fue aprendiendo constantemente durante la lidia, “orientándose” que dicen los taurinos y que en un certero derrote prendió al joven Colmenarejo Juan Carlos Rey hiriéndole de gravedad en el muslo derecho, en la plaza se vio enseguida que en el aire le había corneado repetidamente, cornada de tres trayectorias, cuando las cuadrillas se llevaron en volandas al muchacho, el rostro impávido reflejaba la gravedad de la herida que no hacia más que cerciorarse contemplando el charco de sangre con el que Rey había regado la arena. El otro lado de la fiesta estaba presente, una cornada muy dura, un castigo excesivo para quien había mostrado buenas maneras en su primer toro, al que cortó una oreja pero que todavía debe cuajarse más, esperemos que esta cornada no frene su carrera sino que sea un acicate para seguir.

Chapinería…esta etapa quizás debería ser la última de la temporada de Juan, pero este torero se ha ganado las sustituciones a pulso con su pundonor y entrega esta tarde, todavía hay festejos por celebrarse y esperamos poder contaros más cosas, pero si nos ponemos a hacer balance ahora de lo que se ha hecho esta temporada, es muy positivo de notable para arriba, la evolución del torero es agigantada, cada día un poquito mejor, una mejora constante que debe situarle en 2009 en una buena posición de salida. Hay run run de torero bueno y pronto llegará el momento de demostrarlo en los escenarios de mayor entidad.

Pd. Foto de Enrique Martí.