El sacrificio de Julián tenía ya premio antes de iniciarse el paseíllo, verse incluido en una feria de novilladas tan digna como la de Moralzarzal. Pero el ansia de triunfo, de golpear la mesa y decir: ¡aquí estoy yo¡ constaba en el ánimo del torero, Además tenía un testigo de excepción, su padrino de bautismo, el gran Andrés Vázquez (las tres cosas que nos dijo en la antesala del paseíllo darían para un libro).
Por eso cuando salió el cuarto ejemplar, un precioso jabonero de gran transmisión, y Julián pudo ver cómo se rompía el público con su toreo, y que sus muletazos eran respondidos con ovaciones y aplausos, se concienció de que no podía dejar escapar el triunfo, intentó calentar el ambiente aún más con unas bernadinas espeluznantes pero el novillo muy bravo le prendió de mala manera, hiriéndole feamente.
Sin mirarse y con la taleguilla deshecha y las vergüenzas afuera, vergüenzas toreras, tomó la espada y se volcó en el morrillo de nuevo fue cogido por el animal, aunque pudo enterrar un espadazo.
Mareado, zarandeado y herido, se dirigió por su propio pie a la enfermería, después de despedirse del público que solicitaba y obtenía el premio de dos orejas y rabo para él. Trofeos que no pudo pasear, su banderillero de confianza recorrió a toda prisa el anillo con lágrimas en los ojos.
Mucho esfuerzo en la cuadrada para no poder saborear el éxito, el toreo, su grandeza y su dolor es así.
Julián Simón debe estar orgulloso.
Acercando desde lo más taurino y añejo, la propia tienta, a los aspectos más vanguardistas y novedosos en los que intervenga el orbe taurino; cultura, tecnologia, información, personajes, clásicos, taurinos, plazas y sobre todo un protagonista, "El Toro"