Andan estos tiempos revueltos con el tema de recuperar la memoria. A mi, sinceramente, no me parece mal ejercicio; cualquier acto que lleve a la reflexión me parece positivo. Por eso, el personaje protagonista de este post merece indudablemente nuestra atención, porque el día de su entierro, en 1972, se juntaron los dos bandos irreconciliables y según nos cuentan. Mientras unos cantaban “A las barricadas”, otros rezaban un Padre Nuestro.
La vida de Melchor Rodríguez (1893-1972), huérfano a temprana edad en una España que entraba en el periodo más decadente de su historia, es tan apasionante que lo enfoques por donde lo enfoques es interesante. Además de ser de Triana, que ya es mucho, ser anarquista y uno de los más importantes lideres de la CNT durante la guerra civil y la posguerra, también fue novillero. Su gran pasión: los toros, a los que se vio obligado a renunciar por una dañina cornada que le apartó de los toros y le empujó a la vida política activa. Se perdió un torero que, seguro, atesoraba mucho valor, pero se ganó una persona que demostró un humanismo sin igual y que no paró de impartir lecciones durante su vida.
No sabemos si en los carteles se anunciaba con algún apodo, pero vamos a explicar el porqué de que entre las filas de los nacionales se le conociese como “El Ángel Rojo”. Anarquista y anticomunista convencido, su militancia en la CNT le llevó a ser encarcelado hasta en una treintena de ocasiones durante la dictadura de Primo de Rivera.
Tras el estallido de la guerra civil, pronto pudo dedicarse a aplicar sus ideas de anarquista humanitario, sacando a centenares de personas de derechas de las checas y refugiándolas en su casa. Ayudado por algunas personalidades y cargos republicanos, fue nombrado Delegado especial de prisiones de la II República en noviembre de 1936 por el Ministro anarquista Juan García Oliver. Desde ese puesto detuvo las sacas y los fusilamientos en la retaguardia madrileña, salvando a miles de personas entre sus adversarios ideológicos.
Tras la contienda, fue detenido y condenado a 20 años por un delito de adhesión a la rebelión, de los que cumplió cuatro por el apoyo de muchos derechistas. En toda su vida lo detuvieron 34 veces, y en una ocasión lo condenaron a muerte, porque, pese al favor de los de Franco, siempre mantuvo en la clandestinidad su lucha obrera.
El pasado 30 de julio, el Ayuntamiento de Sevilla propuso bautizar con su nombre una calle en la barriada San Cayetano, entre la carretera de Brenes y el canal del valle inferior del Guadalquivir.
Nos despedimos animando a investigar más la vida de este gran hombre, al que el pasado 16 de septiembre se le rindió un homenaje en el Ateneo de Madrid, homenaje presidido con una gran foto en la que se leía una de sus frases más celebres: "Se puede morir por las ideas pero nunca matar".
Este post va dedicado a mi compañero y amigo Luis, al que espero que le guste.
Fuente: Memoria libertaria.
Acercando desde lo más taurino y añejo, la propia tienta, a los aspectos más vanguardistas y novedosos en los que intervenga el orbe taurino; cultura, tecnologia, información, personajes, clásicos, taurinos, plazas y sobre todo un protagonista, "El Toro"