Más te digo

Tenía mucha curiosidad por ver Infiltrados. He leído muchas cosas y muy distintas sobre la película. Gente a la que leo y cuyo criterio me importa han expresado ideas muy diferentes, casi opuestas, sobre la película, y eso me tenía confundido. Ayer la vi y estoy más cerca de los detractores que de los defensores entusiastas de Infiltrados. La cinta es entretenida y tiene alguna escena muy bien resuelta, pero no podemos esperar que una película de Marty se quede en eso ¡dos horas y media de película de Martin Scorsese tienen que dar para mucho más! Lo más destacable en mi opinión es el trabajo de Leo DiCaprio, que está saltando en los últimos tiempos de mi lista de actores odiables a la de actores estimables. Que coño, buenos. Lo menos destacable es el tono rutinario general. Pondré un ejemplo: En Uno de los nuestros Joe Pesci tiene un arranque de rabia y una escena llena de violencia descarnada se convierte en un momento cinematográfico vibrante, en Infiltrados hay varias de estas escenas marca de la casa…y resultan planas. Una película que sin estar del todo mal merece mucho menos el Oscar de lo que lo merecía su director.

¿Cómo puede una película cuyo mensaje es que el cine es un arte para la evasión tener mensaje más allá de ese postulado? ¿Cómo puede una comedia de diálogos alocados convertirse en u filme por momentos angustiante? La respuesta la tenía Preston Sturges a principios de la década de los cuarenta y la plasmó en Los viajes de Sullivan. Se trata de una obra maestra del director de Las tres noches de Eva sobre un joven director de comedia, un niño prodigio rico al que le da de repente un ataque de dignidad y decide que lo que el mundo necesita es más Las uvas de la ira y menos pelis de Capra. Para conseguir rodar la miseria que no ha tenido nunca más cerca que las selvas de Borneo decide vestirse de harapiento y emprender un viaje que le ha de enseñar de la vida lo necesario para poder luego, con su genio creador, plasmarlo en la pantalla en una obra digna de perdurar.

Sturges se ríe del esnobismo, se ríe de la Industria, de los periodistas paniaguados y nos lleva de viaje con la maravillosa Victoria Lake, una aspirante a actriz de segunda. Es romántica, es loca, es dura, es un peliculón.