Más te digo

Nostalgia en los 50 años de televisión española: Bibí Andersen con Alfredo Amestoy. Impagable.

Vía La ventana indiscreta.

Tenía ya 95 años, y William Hanna le había dejado ya en 2001 con 90, juntos formaron una imperecedera sociedad durante 60 años. Yo de pequeño siempre había imaginado que Hanna y Barbera (o “Ana” y Barbera como lo pronunciaba) debían ser pareja, una señora y un señor que se dedicaban a hacer felices a los niños con todos aquellos dibujos animados tan cojonudos.

Ya en 1940 estuvo nominado al Oscar por el primer corto de animación de Tom y Jerry el gato se gana el zapatazo). Luego les caerían siete estatuillas. En1957 fundaron Hanna Barbera Productions para goce de todos los niños y locos seguidores del cartoon en la tele, género del que prácticamente se puede decir que son los creadores.

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Se pusieron de moda los mensajes de texto de móvil entre los españoles. Rápidamente muchos se dieron cuenta de que aparte de las compañías telefónicas, con poquito esfuerzo, ellos también podían sacar tajada de tan extendida costumbre.

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La indignación ciega mis dedos, estoy básicamente jodido porque los capullos de Tele Cinco han decidido postergar “Vientos de agua” al viernes ¡a las 00.45 de la madrugada! Estaba yo en capilla, me acababa de ver el capítulo anterior, apuro los últimos momentos del excelente camara café y…¡el puto comisario! (que fue del Tito Valverde de Lorca o Amanece que no es poco).

La serie de Campanella, aunque de momento transcurra ligeramente falta de intensidad y aunque su protagonista hable bable porteño es un prometedor intento de recuperar aquellas series de calidad cinematográfica (aunque rodada en video digital) que una vez conoció nuestra televisión.

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Ana Lucia y Libby de Perdidos detenidas por conducir borrachas.

Me acabo de enterar de que se acaba ¡Que grande es el cine! El programa de Garci con el que hemos podido escapar muchos lunes durante diez años de la tediosa ponzoña televisiva. Durante este tiempo el programa ha sabido construirse un público fiel, con unas cuotas de pantalla a menudo del diez por ciento, lo cual para estar en La 2 no es moco de pavo. Si bien es cierto que los horarios y la lastradora publicidad del programa hacían en ocasiones que una película y su respectivo debate resultasen una pesada carga para los párpados la mañana siguiente ¡Que grande es el cine!- con su paréntesis como ¡Que grande es el cine español!- es uno de los pocos espacios catódicos de los últimos años con un marchamo de calidad que me vienen a la cabeza. Siempre nos ha descubierto títulos nuevos y nos ha dado la oportunidad de reflexionar sobre sus planos más sobresalientes.


En no pocas ocasiones la falsa progresía mediática de este país ha criticado (y hasta ha hecho mofa) de la pedantería, cursilería o lo supuestamente plumbeo del programa, sin darse cuenta de que no es bajar el listón de la exigencia al espectador lo que le hace falta precisamente a nuestra televisión. El programa de Garci, como todos lo conocemos popularmente, te permitía ver a cuatro personas dialogar serenamente, que se dice pronto pero es “rara avis” y sobre todo, “el programa del Garci” era un foco continuo de contagio de ilusión por las películas. Supongo que el gabinete Zapatero y su consejo de sabios entienden que el servicio público, la pedagogía televisiva y todas esas mandangas tienen en Pepe Navarro a su máximo valedor y que para que van a darnos el capricho a unos cuantos tíos raros de ver buenas historias. Yo soy un firme defensor de la televisión pública, pero así no, y no tiene pinta de cambiar en breve.