Más te digo

El miércoles asistí a un concierto de violín y piano en el auditorio nacional, dentro de la segunda edición del ciclo de conciertos La Generación Ascendente, promovido por la Fundación Albéniz y la Escuela Superior de Música Reina Sofía.

Al piano, Duncan Gifford. Al violín, Dobrochna Banaszkiewicz. A mí tampoco me sonaban estos nombres, y es normal porque no son intérpretes famosos, sino jóvenes músicos, ganadores de algunos certámenes, a los que se les concede la oportunidad de tocar en lugares importantes. En esta ocasión, la Sala de Cámara del Auditorio.

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Me centraré en la joven violinista polaca (25 añitos), ya que a mí juicio acaparó el protagonismo del concierto. Sin desmerecer a Duncan, tanto el tipo de recital (en el que el violín es inevitablemente solista) como el repertorio, hicieron poner mi atención en Banaszkiewicz. Sonaron obras de principios del S. XX. Debussy, Gª Abril, Ravel, Szymanowsky y Wieniawsky. He de reconocer que los dos últimos nombres no los había oído en mi vida.

La música de aquella época no es fácil de escuchar, no es melódica y contiene armonías muy especiales. Prácticamente todas las obras parecían escogidas para el lucimiento del violín. Destacó, bajo mi punto de vista (y el de mi acompañante) la rapsodia Tzigane. También me gustó mucho, en la segunda parte del concierto, la Fantasía Brillante sobre temas de "Fausto" de Gounod, donde la violinista desplegó todo su virtuosismo como si no le costara esfuerzo. Al final, ante la insistencia del público, tocaron una breve pero bonita obra cuyo nombre me quedé con ganas de saber.

Buena iniciativa este tipo de conciertos, en los cuales por un precio barato (6 €, aunque reconozco que a mí me regalaronlas entradas), se puede escuchar buena música de esa a la que llaman clásica.