“I´ve got my razor at my wrist ´cause I can´t resist. I´ve got this fever burnin´ fist that does at I wish”. Cada mañana me cuesta más. Cuando suena el despertador y abro los ojos a la oscuridad de mi dormitorio busco desesperadamente un motivo para levantarme de la cama. La luz naranja, irreal, de las farolas se cuela por mi persiana. Un coche conducido por otro desgraciado sube la calle a toda velocidad. Cada día me cuesta más encontrar ese motivo. Antes eras tú, un contorno cubierto por la sábana, lo que me hacía salir al frío sin necesidad de abrigo. Luego fue la música. Entre sus notas mi mente construía una melodía a su medida. Luego fue la escritura. Entre sus palabras mi corazón expresaba lo que la cobardía le impedía en el mundo real. Luego fue el trabajo. Pensé que una carrera profesional de trajes caros y coches de lujo sería la solución. Y un buen día, todos mis motivos se revelaron tan vacíos como lo que sentía al follar contigo, al escuchar mis canciones, al leer mis libros, o al aparcar mi coche en la oficina. ¿Cuál fue la causa? Descubrí que no es contigo con quien quiero estar. Descubrí que mis canciones las han compuesto otros. Descubrí que mis escritos no aniquilan a mis demonios. Descubrí que nunca tendré tanto dinero como para vivir permanentemente borracho.
“But when I get downtown and see what´s around I just know there´s gotta be a better place to be found”. ¿Es esto todo lo que hay? Nada me hace suponer que no. Nada me hace pensar que hay algo mejor. A la hora de la comida una presentadora del telediario, una chica mona, me cuenta que tres jóvenes mueren carbonizados en un accidente de coche, que seis soldados mueren en una emboscada, que un hijo de puta mata a su pareja de una puñalada. Ni una sola grieta aparece en el maquillaje de la presentadora, pero qué coño, tampoco yo dejo de comerme mi ensalada. ¿Esto es todo? Puedo morir en mi coche como esos tres chavales y ¿qué habría conseguido? ¿Por qué se me recordaría? ¿Qué significaría mi paso por este mundo? Nada. Absolutamente nada.
“Well, I knew there´d come a day when my mind would say -hey, are you afraid?-. Well, all I know is that I been down here tryin´”. Estaba cantado. Más tarde o más temprano pasaría. Tengo temporadas en las que no pienso en ello porque mi moral está más alta. Por algún motivo me encuentro más alegre, más optimista no con el mundo, sino conmigo mismo. Salgo a la calle con paso más firme, con la expresión más resuelta, con mejor talante. Esos días me siento bien. Pero esos días no duran, y su fin suele llegar con brusquedad, sin aviso, sin una señal que me prepare para encajar el golpe. Sé que a estas alturas ya debería haber aprendido la lección, ya debería saber que la vida no es de color de rosas. Lo sé, no soy tan estúpido. Pero no soy tan fuerte como pueda aparentar. Lo reconozco, no me da vergüenza. Y sólo era cuestión de tiempo el que me preguntase a mí mismo si tengo miedo, y la respuesta es sí. Tengo tanto miedo que utilizo una máscara pintada con arrogancia e ironía para ocultarlo, pero el miedo sigue ahí devorando mis entrañas. Y también era sólo cuestión de tiempo el que me preguntase a mí mismo si, teniendo miedo, estoy dispuesto a seguir adelante.
“Well, I´ll bleed on through the night. I suppose I´ll be dead by the morning light so don´t be surprised if you mind when you find me”. No sé cuánto más durará todo esto, cuánto más duraré. Una noche, un día, una semana, un mes, quizá un año. No tengo ni puta idea, pero estoy convencido de que no veré los títulos de crédito. Esta película me aburre, no le encuentro un aliciente con el peso necesario para aguantarla. He visto el principio, la presentación de la trama, sus personajes. Estoy viendo el nudo, el desarrollo de la acción, y puedo anticipar con casi total seguridad cuál será el desenlace. Así que ¿para qué seguir? ¿Para qué tener que soportar esta mierda un día tras otro?
“The river runs red and I think I´m dyin´”. Abro el grifo y el agua corre fría sobre mi muñeca. Mi piel se desdibuja bajo el chorro y poco a poco se entumece. Ojalá mi vida fuese tan clara como el agua. Me miro en el espejo y me obligo a sostener la mirada del rostro que contemplo y me contempla. ¿Seré capaz de hacerlo? ¿Encontraré el valor que necesito por una vez en mi vida? Qué frase tan irónica esta última. Los ojos del espejo me responden. Sí, lo encontraré. Y el agua se teñirá para recuperar su claridad en unos minutos que yo ya no veré.
River Runs Red es la canción que da nombre al primer disco de Life Of Agony. Podéis escucharla haciendo .