12 de Octubre, Día del Pilar, Fiesta Nacional de España, un día que comenzó muy temprano y acabó muy tarde; un día que comenzó y acabó con independencia de las órdenes del reloj.

El 12 de Octubre de este año echó a andar hace ya siete meses y ha terminado hace unas pocas horas, con la última nota del último acorde de En los Brazos de la Fiebre desvaneciéndose en mis oídos. Con ese medio tiempo, uno de mis favoritos de su discografía, terminaba el concierto de Héroes del Silencio en Zaragoza, su ciudad natal.

Unas cuarenta mil personas abarrotaban el estadio de La Romareda esperando con paciencia al grupo maño. Enrique Búmbury, Pedro Andreu, Joaquín Cardiel, Juan Valdivia y el hermano de este último dándole a la guitarra rítmica, eran el motivo de que desde la estación de Atocha hasta la última calle anónima de la capital aragonesa nuestras caras mostrasen una sonrisa imborrable. Y no éramos los únicos porque dónde fuese que mirásemos había una camiseta o un collar con el símbolo de la banda, o un comentario que surcaba el aire con su nombre en él.

[Mas:]

Por eso, cuando a las ocho y media de la noche entramos en el estadio y vimos a la multitud congregada frente a la penumbra del escenario, nos miramos y supimos que el 12 de Octubre iba a ser un gran día. Cuando a las nueve en punto, después de la preceptiva intro de Song To The Siren, sonaron los primeros compases del Estanque, la noche se rompió con las gargantas del público. En pocos minutos llegó Deshacer el Mundo y vivimos el primer momento álgido, con un público entregado que cantó toda la letra sin error.

La entrega del público fue una constante a lo largo de toda la noche. Estaba claro que la inmensa mayoría de los presentes eran muy seguidores del grupo y lo demostraron con Mar Adentro, La Carta, Sirena Varada, que volvió a demostrar cuál es el disco favorito de todos, Bendecida, Opio o La Herida, momento en el que el quinteto dejó el escenario principal para tocar desde el secundario, una pequeña plataforma introducida unos 20 metros en el público y que desde hace unos años está muy de moda entre todas las bandas.

Con La Herida los pulmones de los presentes volvieron a mostrar su fortaleza acompañando a un Búmbury con una voz que atacó las canciones de manera notable. No fue para sobresaliente porque en algunos momentos se quedó sin aire, pero los años pesan.

Fuente Esperanza, Apuesta por el Rock and Roll, Héroe de Leyenda, Con Nombre de Guerra… las canciones de sus cuatro discos de estudio seguían cayendo con un Pedro Andreu muy sólido a la batería y un Joaquín Cardiel de bajo inmaculado. A Juan Valdivia también se le ve algo fuera de forma y en un par de momentos se le fueron los acordes. Su hermano cumplió su papel con corrección.

Los minutos seguían pasando y con ellos llegaban esas canciones de especial significado como Nuestros Nombres, Entre Dos Tierras o Maldito Duende, que tantos recuerdos grabaron en las memorias de adolescentes que ya no lo son. Algunos de esos recuerdos volvieron a la vida de la mano de Iberia Sumergida, Avalancha o la Chispa Adecuada, y no hubo nada más que aquello que deseábamos que existiese.

La única pega que le pongo al concierto, y no es pequeña, es la frialdad del grupo. Entiendo que el motivo de esta gira sea exclusivamente económico, que el grupo no se lleve bien entre sí, y que con eso en la mente no debiera haber esperado mucho más, pero cuando me pongo frente a un escenario todo eso se me olvida, y más si sobre las tablas hay un grupo que tantas noches me ha acompañado.

En ningún momento la banda hizo partícipe al público de la actuación y eso me decepcionó mucho porque al final te queda la sensación de haber visto un DVD más que la de haber asistido al evento en directo. Los errores de Valdivia o el cansancio de Búmbury habrían sido olvidados con rapidez si el grupo hubiese generado más calor, pero su interpretación de autómatas los resaltó.

A modo de resumen, el 12 de Octubre Héroes del Silencio tocaron en Zaragoza un concierto en el que repasaron su discografía, centrándose en especial su debut El Mar No Cesa. La impresión general de la actuación fue buena, pero lo que ha hecho que esa noche sea merecedora de un lugar de honor en mi memoria ha sido la compañía de mis seres queridos a mi alrededor, aquellos con los que comparto un pasado, un presente, y un futuro.

Gracias a MacPolen y a Bahnhof por las fotografías.