Desde que tengo uso de memoria hay dos afirmaciones que llevo escuchando sin parar: que el mercado está muy mal (el de las relaciones, se entiende) y que el cine español está en crisis. La gente lo repite tanto (incluso yo misma me he sorprendido usándolo como argumento en alguna conversación) que hemos acabado por creer que son verdades universales. Pero como últimamente he podido comprobar que el mercado está mejor que nunca, he decidido pasar de tópicos y darle también una segunda oportunidad al cine español.
Este mes he ido a ver dos estrenos patrios: Una palabra tuya, de Ángeles González-Sinde y El patio de mi cárcel, también dirigida por una mujer, en este caso Belén Macías. La primera ya demostró que aquello de que en nuestro país faltan buenos guionistas es una falacia, no en vano escribió La buena estrella y ha firmado los guiones de series tan premiadas como Cuéntame. En Una palabra tuya se atreve con la adaptación de una novela de Elvira Lindo sobre la soledad, el inconformismo y el drama al que todos nos enfrentamos al hacernos adultos: dejar atrás nuestros sueños y aceptar la realidad. La interpretación de Malena Alterio huele a Goya y una, que llora hasta con la enésima reposición de la muerte de Chanquete, casi se deshidrata en la sala de proyección, así que si eres de lágrima fácil, como yo, no te olvides de los kleenex.
Juan Antonio Roca acaba de salir de la cárcel en libertad condicional, el que fuera asesor de Urbanismo y dirigente máximo de esa cueva de Alí Baba llamada Marbella, logró una fortuna personal estimada en más de 2400 millones de euros, amén de algunas excentricidades de nuevo rico como tener un cuadro de Miró en el cuarto de baño, o todo un zoo de animales disecados, abatidos durante sus cacerías por medio mundo.
Decía Solchaga, allá por los ochenta, que España era el país del mundo donde más fácil era hacerse rico en menos tiempo, pero le faltó aclarar al ex ministro que el lucro nunca llega trabajando, por si algún despistado se hacía ilusiones, con mil euros al mes se necesitarían varias vidas para conseguir amasar los cintos de millones que estos listos del ladrillo han logrado en pocos años.
Siempre nos quedará el consuelo de pensar que el dinero no da la felicidad, pero tampoco conozco a nadie a quien le haga feliz levantarse a las siete de la mañana para ir al tajo, pasarse cuarenta años de su vida pagando una hipoteca o teniendo que idear fórmulas mágicas para llegar a fin de mes con treinta años y un sueldo de becario. Por eso muchos inventan atajos, ¿quién no recuerda al Dioni y su fiestón en Río a costa de aquel furgón blindado?...
José Mojica Marins era un brasileño aspirante a director de cine que como tantos otros principiantes no encontraba un hueco en la industria.
A los 8 años su padre le había regalado una cámara de super 8 que despertó su cinefilia, ya de adulto trató de rodar varios títulos, pero la mala suerte siempre le acompañaba: cuando no se le moría la actriz protagonista eran las lluvias las que arrasaban el set como si de una maldición bíblica se tratara.
Abandonado por su esposa y sumido en una depresión Mojica creyó tocar fondo, pero como siempre la perseverancia, cualidad indispensable para triunfar, le salvó gracias a un mal sueño.
Una noche Mojica tuvo una pesadilla visionaria: un hombre vestido de negro le obligaba a ver escritas las fechas de su nacimiento y de su muerte. El sueño le sirvió de inspiración para la que sería su primera película A Meia Noite Levarei Tua Alma (A media noche tomaré tu alma, 1963) pero sobretodo para crear a Ze do Caixao (algo así como Pepe del Ataúd, en inglés Joe Coffin), el personaje al que quedaría ligado para siempre.
Descubrí a Héroes del Silencio con Senderos de Traición, yo tendría quince años y me enamoré perdidamente de sus letras encriptadas, de sus potentes acordes de guitarra y sobre todo de su estética oscura de estrellas del rock. El que más me gustaba era Bunbury, que había tomado prestado el apellido de un personaje de Oscar Wilde y el look del mejor Jim Morrison (por más que le cueste admitirlo), cuando el rey lagarto vestía de cuero negro y aun no estaba deformado por el alcohol, pero sobre todo me gustaba porque cuando cantaba no se parecía a nadie.
Bunbury es un artista pero también una estrella, hay muchos cantantes con buena voz, pero para ser una estrella hace falta brillar, hay que tener ese algo tan intangible que los griegos traducían como regalo de Dios: el carisma, y es que se puede aprender a tocar la guitarra, pero el carisma es algo que se tiene o no se tiene, para desgracia de muchos políticos.
El tiempo, que consagró a los Héroes convirtiéndoles en el grupo de rock más importante de España, ha sido algo más injusto con él. Tachado a menudo de grandilocuente, es cierto que Bunbury puede resultar a ratos pedante y siempre excesivo, pero ha sabido arriesgar, explorar otros campos y mantenerse en el panorama musical durante dos décadas, que no es poco, sin tener que ceder a las exigencias de una industria caprichosa y mercantil que no siempre apuesta por el rock and roll.
Desde se han propuesto desenmascarar a los mitos de nuestra infancia, primero fue , luego y ahora le ha tocado el turno a la simpática Punky Brewster.
Ya intuí yo que Ruben (el protagonista de los videos) tenía futuro en el show business cuando se puso a hacer el baile del robot en medio de la discoteca de mi pueblo, ningún forastero se atrevió nunca a tanto.
Aqui os dejo el video para que podaís juzgar por vosotros mismos, por mi parte yo ya soy fans, así en plurar, de estos chicos y espero que en breve se animen a participar en una coproducción con Macondo.
Me encapriché de un pez disco azul que vi en la tienda de animales, nadaba junto a otro en una pecera llena de ejemplares de muchos colores y me dio tanta pena separarlos que me los llevé a los dos. Pasado un tiempo decidí comprarme un tercer disco, esta vez naranja, pero la cosa no funcionó. Los otros dos atacaban sin piedad al nuevo, que se pasaba el día escondido tras las plantas y apenas se dejaba ver a la hora de la comida. Una noche descubrí el motivo: mis discos azules eran pareja y estaban poniendo sus huevos en una de las paredes del filtro.
Para evitar que todos los ataques de la feliz pareja fueran hacía mi nuevo pececito naranja le busqué un compañero, un leopard rojo que llamaba la atención de todo el que veía mi acuario por sus vivos colores. Los cuatro peces compartían espacio en aparente armonía, pero de un tiempo a esta parte llevo observando que uno de los ejemplares azules anda tristón. Ha crecido mucho menos que el resto y le han salido unas barras oscuras características del estres. Intenté que mejora cambiando el agua más a menudo, aumentando las raciones de comida, subiendo la temperatura del calentador por si echaba de menos las aguas tropicales en las que debía haber nacido si la vida fuera justa, pero todos mis esfuerzos han sido en vano. Hoy por fin descubrí porque mi pececito esta triste: la hembra azul con la que llegó al acuario y de la que nunca se separaba, estaba poniendo huevos una vez más, sólo que ahora quien los vigilaba no era él sino el leopard rojo, que esperaba como un orgulloso papá el final de la puesta. Mi pobre pececito azul, enfermo de mal de amores, ha observado la traición en solitario, tras una de las rocas del fondo... Y es que a todos nos han dejado alguna vez.
Si para llegar a Roma basta con preguntar, para localizar Macondo sólo tienes que escribir en el Google el término más absurdo que se te ocurra y nos encontrarás. Cientos de cibernautas perdidos han dado con este, nuestro blog, por casualidad cuando buscaban cosas tan dispares como cuerpos atléticos, visitas turísticas a Seatle, postales de lesbianas o al mismísimo Patarringue. Aqui os dejo una lista de mis referidos favoritos divididos por categorias, todos ellos, de un modo u otro, conducen a este blog.
1. CONFESIONES, sin duda mis referidos favoritos, la gente confiesa en los buscadores sus deseos más íntimos y sus sentimientos más sinceros:
-Huelo a vaca cantidad: ¡Pues lávate, so cerdo/a!
-La coca me vuelve medio loca: lo que te vuelve es yonkie perdida, déjala ahora que aún estas medio cuerda.
-Mario Vaquerizo me pone: yo diría que es gay y encima esta casado, pero para gustos...
-Mi mujer me puso los cuernos en la boda: Menuda golfa tu mujer, lo sentimos.
-Le puse los cuernos a mi marido: si, en la boda, nos lo acaba de contar.
Macondo no esta en el Caribe, ni escondido tras el sopor de las aguas de una cienaga de Colombia, ni siquiera en las páginas de los libros que reposan en los escaparates de la Gran Vía. Esta más cerca de nosotros, entre la gente que vive en los suburbios de las grandes ciudades, en el ruido del tráfico a la hora punta, en el sabor grasiento de los rollitos de primavera y en todos aquellos mundos cotidianos que aun nos quedan por descubrir. Si pasas por Macondo no te olvides de mandarme una postal.
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