Detalles del post: Los toreros ante la Guerra Civil española.

Los toreros ante la Guerra Civil española.

Octubre 24th, 2006

He encontrado un fantástico artículo en la edición del País Vasco del diario El País, firmado por Antonio Fernández Casado, donde se nos cuenta la postura activa que unos y otros toreros o banderilleros asumieron en España cuando se inició la guerra civil del 36. Contrariamente a la creencia popular no todos los toreros se pusieron del lado rebelde y golpista, así como tampoco era en la zona ocupada por los sublevados el único sitio donde se celebraban festejos taurinos. Creo que es muy interesante y lo cuelgo para que podamos leerlo no sólo aquellos que viven en las bellas tierras vascas o navegan por El País, que sabemos que está perdiendo muchos lectores entre los taurinos al cercenar la información taurina.
Además del artículo, para profundizar un poco más en el tema, quiero recomendar el libro: La Brigada de los Toreros: historia de la 96 Brigada Mixta del Ejército Popular de Xavier Pérez Gómez donde se nos cuenta la historia de la 96 Brigada Mixta republicana, en la que sirvieron entre otros Luis Prados “Litri II” (Jefe de la Brigada), Juan Mazquiaran “Fortuna chico” (Comandante de un batallón) y Manuel Vilches “Parrita” (Capitán de compañía”.

[Mas:]

La brigada de toreros de hierro
Matadores modestos y subalternos tomaron las armas en el bando republicano en 1936
ANTONIO FERNÁNDEZ CASADO - Bilbao
EL PAÍS - 20-08-2006

En julio de 1936, pocos días después de finalizar los Sanfermines, la España taurina también se dividió en dos mitades. Las principales plazas de toros -Madrid, Barcelona, Bilbao, Zaragoza y Valencia- siguieron siendo republicanas. Sólo Sevilla, entre las catalogadas como de primera, cayó en manos de los militares golpistas, además de las principales ganaderías de reses bravas, andaluzas y castellanas. A una gran parte de los matadores de toros, el levantamiento militar les sorprendió en el lado republicano, donde torearon numerosas corridas la temporada de 1936. Aunque, cuando tuvieron que elegir, se pasaron al bando del general Franco. Pronto quedarían retratados saludando brazo en alto al finalizar el paseíllo. Sólo algunos modestos matadores y muchos subalternos empuñaron las armas para defender la República, algunos, en lo que se dio en llamar la Brigada de los toreros. La familia taurina bilbaína siguió idéntico comportamiento.
En julio de 1936 las tropas del general Franco se levantaron en armas. Unas semanas más tarde, el banderillero vizcaíno, Cástulo Martín Gutiez (Bilbao, 1890-Madrid, 1964), hermano del matador de toros Joselito Martín, que ocupaba el puesto de Secretario de la Unión Española de Picadores y Banderilleros de Toros, dirigió una carta a la Agrupación Socialista de la Casa del Pueblo de la calle Piamonte de Madrid, en la que adjuntaba una relación de doce afiliados al sindicato taurino que solicitaban se les entregase las "armas necesarias para defender la República". A la finalización de la guerra, Cástulo Martín fue encarcelado. Muy poco tiempo después, Josetxu Agüero, novillero de la calle de San Francisco, y hermano del gran estoqueador Martín Agüero, defendía la legalidad republicana en la sierra del Guadarrama, donde resultó herido de gravedad. Tras la finalización de la guerra, se exilió en México. Peor suerte tuvo Saturio Torón, matador de toros navarro, que perdió la vida en este mismo frente.
Al mismo tiempo, Juan Mazquiarán Beobide, Fortuna Chico, (San Salvador del Valle, 1907- Alcorcón, 1997), sobrino del matador de toros de Sestao, Diego Mazquiarán, Fortuna, había cumplido 29 años cuando se incorporó como voluntario a las milicias del 5º Regimiento. Se integró en el Batallón Galán. En el frente de Buitrago alcanzó el grado de cabo. Meses después, luchando en Teruel, fue ascendido a comandante y posteriormente a mayor. En el frente de Teruel era uno de los mandos principales de la que se conocía como Brigada de los toreros, o Milicias taurinas, agrupación militar en la que combatían numerosos banderilleros y picadores. Juan Mazquiarán pertenecía al Sindicato de Matadores de Toros y Novillos. Durante la guerra civil se afilió al Partido Comunista. A esta misma brigada pertenecía su hermano, Raimundo, un humilde subalterno. Al finalizar la contienda, Fortuna Chico fue internado en el campo de concentración Las Isabelas, de Murcia, desde donde le trasladaron a la cárcel de Colmenar Viejo. Después de que un tribunal militar le condenase a 20 años de reclusión, y tras pasar por la prisión de Teruel, quedo recluido en Zaragoza durante siete años. En 1946 fue puesto en libertad condicional, momento en el que retornó a Madrid, donde vivían su mujer e hijo. Una vez en libertad, Mazquiarán Beobide trabajó ocasionalmente de banderillero en la cuadrilla de Victoriano Valencia. Su reintegración a la vida social fue muy difícil. La mayoría de sus amigos le dieron la espalda, lo que le obligó a ganarse la vida practicando todo tipo de oficios. Finalmente, encontró empleo de peón de la construcción, puesto desde el que ascendió a listero, luego a encargado de obras, y finalmente y hasta su jubilación, a administrativo de la empresa.
En el primer año de rebelión militar, el escalafón de profesionales taurinos en zona republicana lo encabezaba el matador de toros Jaime Noain. Torero de Gallarta, quien, como otros diestros en activo, se mantuvo fiel a la legalidad republicana y actuó en todas las plazas leales hasta que, aprovechando un viaje para torear en el sur de Francia, se pasó al bando nacional. Posteriormente, el régimen franquista le premió, anunciándole en casi todos los festejos que se programaron en Vista Alegre entre agosto de 1936 y 1939. Pedro Basauri, Pedrucho de Eibar, el único matador nacido en la villa armera, hizo el paseíllo en numerosos festejos y festivales de apoyo a la República en las dos plazas de Barcelona. Posteriormente reinsertado, dirigió una escuela taurina en la misma ciudad.
Los años anteriores a la guerra, Martín Bilbao, de Deusto, era un prometedor novillero. Inicialmente formó parte del Ejército Popular, además de torear en Albacete y otras plazas bajo dominio del Frente Popular, del que acabó desertando una vez liberada la Villa. Martín Bilbao reapareció en Vista Alegre el 31 de julio de 1938, tarde en la que realizó el paseíllo gratuitamente para divertimento de los nuevos jerarcas, sin conseguir convencer a la afición. Posteriormente, se trasladó a vivir a Colombia.
Otro novillero, de personalidad extravagante, el busturiano Zacarías Lecumberri, ya retirado del toreo, se alineó desde el primer momento del lado de los militares golpistas. Colaboro activamente con el magnate Juan March transportando en su barco, desde África a la Península, armas para el ejército de Franco. Su contribución con el ejército rebelde, hizo que, al finalizar la contienda civil, el general Queipo de Llano le impusiese la medalla militar de Servicios a la Patria. En 1954 recibió igualmente la medalla al Merito en el Trabajo. Y otro modesto banderillero, Félix García, El chico de La Arboleda, perdió la vida en el frente de Teruel, a finales de 1938, combatiendo con los franquistas.

Comentarios:

Comentario de: luis [Visitante] Email
Excelente aportacion que contribuye a desmontar el maniqueismo de "buenos y malos" fomentado por esta manipulada "memoria histórica".Aporto el articulo de Perez- Reverte.
PATENTE DE CORSO
La guerra civil que perdió Bambi

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 15 de octubre de 2006


En mi familia perdieron la guerra. Mi padre hizo poco para ganarla, pues la pasó en artillería antiaérea, jugando al ajedrez entre bombardeo y bombardeo. Pero mi tío Lorenzo, que se alistó con dieciséis años y volvió de sargento y con agujero de bala a los diecinueve, se comió el Ebro y Belchite. Quiero decir con eso que, por nacer doce años después de la guerra, tuve información oral fresca: combates, represión, cárceles, paseos a manos de milicianos o falangistas, y cosas así. Soy de Cartagena, donde la cosa estuvo cruda. Tuve además, como casi todos los españoles, a parientes en ambos bandos; y allí lucharon y también fueron fusilados por unos y otros, en aquella macabra lotería que fue España.
Poseo, por tanto, elementos casi de primera mano sobre esa parte de la memoria que ahora tanto agitan. Y nunca me tragué lo de buenos y malos: ni cuando niño las hordas rojas, ni de mayor los fascistas de fijador, brillantina y correaje. Tuvimos de unos y otros, naturalmente. Y a la guerra siguió una dictadura infame, ajena a la caridad. Pero hay un par de puntualizaciones necesarias. Una es que, españoles todos, llenos de los rencores, las envidias y la mala baba de la estirpe, canallas y asesinos lo fuimos en los dos bandos. Otra, que casi todos se vieron envueltos en aquello muy a su pesar; y que, entusiastas y héroes aparte –a ambos lados los hubo con igual coraje y motivos–, la mayor parte estuvo en las trincheras de modo aleatorio, según donde tocó. La prueba es que hubo más deserciones –pasarse, decían– por volver al pueblo con la familia, que por ideología nacional o republicana.
Por eso estoy hasta los cojones de que me vendan burros teñidos de azabache. Si de pequeño no creí lo de la Cruzada y la espada más limpia de Occidente, no pretenderán que me trague ahora lo del pueblo en armas en plan Bambi: aquí la buena gente proletaria, y allí espadones y señoritos. Mi padre y mi tío, verbigracia, eran chicos de buena familia, pero defendían a la República. Entre otras cosas, porque el pueblo eran muchos pueblos y muchos hijos de vecino, y cada cual, según le iba o donde caía, era de su padre y de su madre. Por mucho que, a falta de argumentos actuales, de inteligencia política, de cultura, de ideas claras y de otra cosa que no sea el hoy trinco votos y mañana veremos, ciertos habituales de los telediarios estén empeñados en ganar por la cara, setenta años después, las guerras que perdieron sus abuelos, o los míos. Y no sé hasta qué punto la demagogia y el fraude calarán en jóvenes a quienes eso queda muy lejos; pero ya empiezo a estar harto de tanto bocazas y tanto cuento chino. Una cosa es que aquellos a cuyos parientes fusilaron por rojos puedan, al fin, hacer lo que hicieron otros en los años cuarenta: honrar los huesos de sus muertos. Otra, que se falsee la Historia para reventar al adversario político de ahora mismo, suplantando la realidad con camelos como aquel grotesco Libertarias que rodó hace años Vicente Aranda, poblado de angelicales milicianos. Por ejemplo.



Así que ya está bien de mezclar churras con merinas. Tengo verdaderas ganas de oír, en boca de estos cantamañanas aficionados no a desenterrar muertos, sino rencores, que el franquismo sometió a España a una represión brutal, cierto; pero que, de haber ganado la República, sus fosas comunes también habrían sido numerosas. Que ya lo fueron, por cierto, aunque ahora se cargue todo en la ambigua cuenta de los incontrolados. Y no digamos si hubieran vencido los tipos duros del partido comunista, entonces férreamente sujeto al padrecito Stalin; pregúntenselo a don Santiago Carrillo, que de ajustes de cuentas con derechas e izquierdas sabe un rato. Y en cuanto a los nacionalismos radicales –esos miserables paletos que tanta manteca han sacado de la guerra civil, y la siguen sacado–, sería útil recordarles que al presidente Companys, por ejemplo, cualquier gobierno izquierdista fuerte y consecuente lo habría fusilado también, acabada la guerra, por traidor a la República, a la Constitución y al Estatuto. Y del pueblo vasco que acudió a defender la libertad, curas incluidos, como un solo gudari y como una sola gudara, podemos hablar despacio otro día, porque hoy se me acaba la página. Incluidos los tercios de requetés donde se alistaron de abuelos a nietos apellidados Iturriaga, Onaindía, Beascoechea, Elejabeitia, Orueta o Zubiría; a quienes ni siquiera Javier Arzalluz –la jubilación más aplaudida de la historia reciente de España– podría llamar españoles maketos de mierda.
PermalinkPermalink 26.10.06 @ 10:55
Comentario de: Martinez Marcos [Miembro] Email
Que estupendo comentario nos has dejado Luis, lo suscribo de cabo a rabo y me enorgullece que hayas completado el post con tan acertadas observaciones.

Un saludo fuerte,
Antonio José.
PermalinkPermalink 26.10.06 @ 11:10
Comentario de: Costillares [Visitante] Email · http://torear.blogspot.com/
por si os interesa el tema

http://www.toreoenredhondo.org/tauromaquia/curiosidades/guerra.php

que ustedes lo pasen bien en la firefox party
PermalinkPermalink 27.10.06 @ 00:26
Comentario de: Armando Martin [Visitante] Email
Buenas tardes

Yo soy nieto de Castulo Martin Gutiez, y me gustaria mucho recibir mas informacion sobre mi abuelo
PermalinkPermalink 02.03.07 @ 22:12

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