Ayer enterramos a Sito, el gato de Martín. Fue una ceremonia íntima a la que Martín me agradeció silenciosamente que fuera. El acto se celebró en un gran descampado con forma de terraplén que hay detrás de la casa. Éramos Loco Martín, su hermana Rica, Sito -el primo de barrio de Martín y padrino del difunto-, cuatro gatos grises del vecindario que nos seguían a distancia prudencial y parecían despedirse a su inexpresiva manera de Sito, y yo.
Cuentos y Descuentos.