Archivos de: Febrero 2008

Los verdaderos moderados

Febrero 27th, 2008

Los hombres no hacen revoluciones para ser revolucionarios sino para poder ser –por fin- reformistas. Es decir, para alcanzar ese horizonte abierto -como el de un software libre- en el que se puedan introducir cambios a la medida de las necesidades de los ciudadanos, de acuerdo con su intervención consciente, en el marco pugnaz de las limitaciones tecnológicas y naturales. Al contrario de lo que pretende la propaganda, lo que caracteriza al capitalismo es que excluye y castiga las reformas; y si contra él hay que hacer la revolución es precisamente para poder ser moderados. Como en los cuentos infantiles, hace falta siempre una pequeña prohibición para liberar las voluntades y alcanzar la felicidad: respetar un árbol, negarse un alimento, mantener cerrada una habitación. El socialismo sólo impone un límite, sólo exige un mandamiento, y es mucho más modesto y realista que el precepto cristiano que nos invita a amarlo: “no te comerás a tu prójimo”. La paradoja del capitalismo es -al revés- la de que no prohíbe nada y, por lo tanto, lo encadena todo; no impone ningún límite y por eso mismo acaba sometiendo todas las voluntades a la libertad de la antropofagia, cuyo ejercicio mismo inhabilita, a fuerza de antipuritanismo, todas las otras libertades. El gran éxito propagandístico del capitalismo, y su solapamiento fraudulento con los valores ilustrados, tiene que ver con el hecho paradójico, en efecto, de que impone una feroz y criminal tiranía a fuerza de acumular libertades. Las constituciones llamadas “democráticas” de Europa y EEUU proclaman el derecho a la vivienda, a la salud, a la educación, al trabajo, a la libre expresión, a la vida, a la igualdad y a la seguridad -condiciones todas de la libertad individual-, y su incumplimiento material no es el resultado de una intervención anticonstitucional contra ellas sino justamente de la maximización de las libertades individuales. Para que todos estos derechos queden de hecho anulados sin necesidad de desmentidos ni interdicciones es suficiente con añadir un derecho más y dejar que se imponga por sí solo: el derecho a comer hombres. Basta con liberar y liberar y liberar para que todo quede definitivamente atado, cerrado, imposibilitado; y basta -al contrario- con prohibir una sola cosa para que se abra de pronto un umbral
donde la voluntad puede decidir -para bien y para mal- sobre todo lo demás.

Sigue en Variaciones sobre el Socialismo, de Santiago Alba-Rico

Días extraños, preguntas tontas

Febrero 7th, 2008

He estado revisando Días extraños, la película que Kathryn Bigelow dirigiera en 1995 sobre historia y guión de James Cameron. Por si no la habéis visto o no la recordáis se trata de una distopía ambientada en el cambio de milenio (otra que se quedó vieja), el mundo es sólo un poco más caótico y Lenny, un ex poli de antivicio, se gana la vida traficando con una sugerente tecnología clandestina que mediante un casco es capaz de reproducir a través de nuestros sentidos vivencias ajenas o propias grabadas con anterioridad. La película, en la mejor tradición cyberpunk (rezuma William Gibson por cada pico de celulide) utiliza una trama policiaca como armazón. El reparto es sensacional también: están Ralph Fiennes, Juliette Lewis, Angela Bassett, Tom Sizemore, y Vincent D'Onofrio.

Realmente hay que admitir que en la historia hay demasiados perpuntes mal dados: Días extraños no llega a ser una gran película (quizá ni siquiera una buena película cuando dobla la esquina del final de metraje) pero a mi me encanta. Me gusta su atmósfera de futurismo “presentista”, su desprejuiciada moral, su vouyerismo conceptual…y me encanta la idea de poder “drogarse” con vivencias ajenas ¿no querríais estar en la piel de vuestra pareja al menos en una ocasión? Y sí, justo en ese momento.

Pero me seduce también la contraindicación de una posible vida escapista, de hecho el protagonista (Fiennes) se pasa la película enganchado a discos que le hacen revivir momentos encantadores de una Juliette Lewis que ya no es la mujer de su vida que fue. (al menos no para él), y sin darse cuenta por cierto de que tiene corriendo a su lado loquita por sus huesos por todo Los Ángeles a una de las Ángelas Bassett más guapas de cuantas he visto nunca. Y mira que hay Ángelelas Basset guapas…

¿Tiene todo lo bueno un lado peligroso? ¿Es ello algo necesariamente negativo? Ni puta idea.

Bitácora de Eltránsito.


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