Hoy me he levantado con una sensación extraña; de vacío, pero más violento. Al principio he pensado que era por la resaca. Pero luego me he dado cuenta de que no, porque todos los sábados tengo resaca y no tengo esta sensación. Ha sido como una revelación: la del que un día se mira al espejo, como todos lo días, pero esa vez se da cuenta, así, de repente, que ha perdido las ganas de vivir.
Usted se preguntará, con razonable desconcierto, si uno puede perder las ganas de vivir, así, de repente, como el que pierde el mechero; si un señor puede estar a un momento contando chistes en una reunión de amigos con la cara enrojecida y el acento sazonado por el alcohol, y de repente, sin más, quedarse callado y perder las ganas de vivir.
Cuentos y Descuentos.