Estamos acostumbrados a ver el fútbol como un negocio más en el que se forran los de siempre y poco más. Pero el fútbol a otros niveles es mucho más que eso.
Puede servir para la integración de gente de diferentes estratos sociales, diferentes lugares, diferente color y diferente religión como ha ocurrido en este caso en Irak. Todos sabemos cómo está la situación en Irak, "gracias" al ahora los iraquíes son más libres.
Se han librado de la dictadura de Sadam, eso sí, pero a cambio han resurgido los problemas de religión que se encontraban antes en estado de letargo.
El fútbol tiene muchos defectos, pero también tiene muchas virtudes, una de ellas, la de unir por encima de colores de piel y credo, ha quedado demostrada en el sitio más complicado del planeta. Si puede ocurrir en el ámbito fútbol puede ocurrir en otros aspectos de la vida, al menos hay un pequeño rayo de esperanza.
Así lo hemos podido leer en un artículo de El país que reproduzco a continuación:
"Es un triunfo de todo el pueblo iraquí"
Los jugadores de la selección de Irak que ganó la Copa Asia temen ser asesinados si vuelven al paísÓSCAR ABOU-KASSEMCAMILA GUERRERO - Madrid / Barcelona - 02/08/2007
En el partido inaugural de la Copa Asia, celebrado el pasado 7 de julio entre Irak y la anfitriona Tailandia, se produjo un incidente entre dos jugadores iraquíes que hizo temer que la violencia sectaria también afectara al equipo de fútbol. Las dos estrellas de la selección iraquí, Hawar Mohamed, kurdo, y Yunis Mahmud, suní, se daban cabezazos mientras discutían sobre un error defensivo. Días después, los protagonistas fueron preguntados por el suceso. El seleccionador, el brasileño Jorvan Vieira, respondió por ellos a la prensa: "¿Tienen hermanos? Es como cuando se discute por un juguete o una pelota, no tenemos problemas en el grupo".
En el siguiente partido, Irak dio la sorpresa y se impuso a Australia, uno de los favoritos, por 3-1. Hawar marcó el segundo gol y Yunis le felicitó efusivamente con un beso en la nariz. Desde entonces el equipo iraquí no encajó ningún gol y se impuso en la final del pasado domingo a Arabia Saudí gracias a un remate de cabeza de Yunis tras un pase de Hawar.
La situación del defensa Haidar Abdul-Amir resume la de la mayoría de los jugadores: juega en el extranjero pero su familia vive en Bagdad. "Dedicamos el triunfo a todo el pueblo iraquí", contaba ayer en conversación telefónica desde la capital jordana. Sólo siete de los 22 jugadores permanecen en clubes iraquíes, que sólo disputan partidos en el norte por problemas de seguridad. Del resto, que están clubes de Oriente Próximo, ninguno quiere regresar.
Yunis Mahmud, capitán de la selección, aprovechó para pedir la retirada estadounidense. "Hoy, mañana o pasado quiero que se vayan de Irak, espero que sea pronto", dijo enfadado. Declarado mejor jugador de la Copa Asia por la organización, Yunis, de 24 años, recordó la inseguridad que vive su país: "Nos encantaría celebrarlo en autobuses descubiertos por Bagdad, pero reuniríamos a mucha gente y eso sería ideal para un ataque de la insurgencia".
Las celebraciones de las victorias de la selección en la Copa Asia han sido la mayor alegría para el pueblo iraquí desde la caída del régimen de Sadam Husein en 2003. Pero después de cada triunfo se producía una matanza. Tras clasificarse para la final, 50 personas murieron en las celebraciones. Una mujer de Bagdad perdió a su hijo tras las semifinales y mandó un mensaje a los jugadores: no aceptaría ninguna condolencia salvo que Irak ganara la final.
Los futbolistas iraquíes, conocidos como los leones de los dos ríos, consiguieron que los atentados en su país les dieran una motivación extra en lugar de separarlos. "Todo lo que sucede en Irak nos anima a intentar hacer feliz a la gente de nuestro país", dijo Hawar el día antes de marcar contra Australia. Poco antes de viajar a Tailandia, Anwar, su fisioterapeuta, al que han dedicado el triunfo, fue asesinado en Bagdad. Durante el torneo, cuatro jugadores perdieron a miembros de su familia, como el portero Noor Sabri, un chií de 23 años, cuyo cuñado fue asesinado.
La Federación de Fútbol iraquí había ofrecido el puesto a tres entrenadores antes de que Vieira, de 54 años, tomara el cargo dos meses antes del torneo. Tras entrenar a 26 clubes y 5 selecciones, el técnico brasileño aceptó el reto de formar un conjunto unido. En mayo, al arrancar en Jordania los entrenamientos, dominaba la división. "Acepté porque habían conseguido mantener vivo el fútbol. Cuando llegué me encontré varios grupos formados y problemas como cuando el kurdo no le pasaba el balón al suní", dijo Vi